PIES... d e s c a l z o s

Muchas veces ignoramos el potencial  de salud que esconden nuestros pies. Ellos nos mantienen de pié, nos proporcionan equilibrio, nos conectan con la tierra, nos permiten avanzar, saltar, caminar o correr, en un sentido amplio de la palabra…: “progresar”.
Durante el invierno, los mantenemos escondidos dentro de nuestro calzado o calcetines, solo nos acordamos de ellos (y a duras penas) cuando llega el verano.
Sin embargo, ellos reflejan lo que somos y como estamos. Los pies son dolorosos después de una jornada difícil, que coincide con una fatiga general, mental o corporal. Holísticamente hablando, los pies también son dolorosos cuando el camino de la vida es complicado, nos sentimos “estancados” y nos cuesta encaminarnos.
Según la medicina oriental, los pies son receptores (polo energético) y canalizadores de energía, así como la cabeza. Caminar descalzo, sentir la tierra y mantenerse conectada a ella, implica volver a recuperar la fuerza, la estabilidad, la solidez, el equilibrio y el “rumbo”. Además, favorece la circulación sanguínea, fortalece la musculatura de los pies, flexibiliza las venas, permiten a los dedos “expandirse” y previene infecciones.
 A través de ellos podemos aliviar nuestras dolencias humanas y estimular nuevamente la “fluidez”. Pueden ayudarnos a "superar" las irregularidades de nuestro camino y a considerar y vivir nuestras experiencias con un nuevo enfoque. Estamos para aprender de nuestras vivencias y los pies son el punto de contacto con esa vía.
No sería novedad decir que nuestros antepasados caminaban descalzos, estimulaban naturalmente todas las zonas reflejas situadas en los pies. Por lo tanto caminar sobre arena, tierra, césped, agua o sobre cantos rodados no es más que una estimulación natural de los puntos reflejos. Es una manera de masajearse las plantas de los pies como lo haría cualquier masaje reflexoterapeutico.
No los olvidemos. Cuando duelan o estén congestionados los podemos dejar unos minutos  en agua templada con sal gruesa marina. Luego, después de secarlos, masajearlos con un poco de crema hidratante o aceite de almendras. Instintivamente buscaremos las zonas más tensas y será de gran alivio friccionarlos.
“Los sucesos y las experiencias de la vida pueden entenderse al mirar hacia atrás, pero la vida en sí, debe vivirse pisando conscientemente en el presente y mirando hacia delante.”
                                                                                               © Caroline Benko

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