Un nuevo enfoque a la enfermedad: “¿Quienes somos?”
PRIMERA
PARTE: Cuerpo físico y cuerpo Mental/emocional
En
estos últimos años, mi labor como terapeuta me ha llevado a valorar lo que llamo el "sentido común". He tenido la suerte de conocer infinidad de personas y
aprender de cada una de ellas. Todas ellas han encendido el inicio de cada
relevo en mi “aprendizaje” y continua reflexión sobre lo que somos y como enfermamos. ¿Bastaría tal vez con refrescar
un poco la memoria, para encender la mecha de ese “sentido común”? No digo que
tenga en mis manos la verdad absoluta, sino la de otra perspectiva más sana,
más viva y sin duda más coherente. Una perspectiva que parece obvia y que, aunque ya la hayamos oído
antes y puede que nos sea familiar, no le damos su debida importancia,
porque la desacreditamos con auto razonamientos mentales prefabricados por
nuestra sociedad y nuestro esquema de valores… Hemos dejado a un lado nuestras
ideas, nuestros auténticos pensamientos, nuestras prioridades y deseos más
íntimos. No vemos ni sentimos algo tan evidente como nosotros mismos, porque
nuestra atención está en otro sitio: fuera.
Este
cuerpo, que me permite caminar, saltar, sentir y realizar todo aquello que
deseo hacer, es mi más valiosa herramienta de trabajo. Cuando él se siente mal,
yo me siento mal. ¿Pero “yo”, no soy solo ese cuerpo y si mi cuerpo
está enfermo, es porque refleja otros aspectos de mí que no están bien. Y estos
aspectos están dentro, no fuera, por eso no los veo y no lo tomo en
cuenta.
Aunque pienso que nuestro cuerpo es un conjunto complejo de
órganos, fluidos, huesos,… una mezcla de materia caliente en movimiento, soy
definitivamente varias existencias superpuestas. Lo que ocurre es que a menudo
no soy consciente de ello, porque en mi vida diaria no lo detallo. Estoy tan
volcado en lo que ocurre en el exterior, que me olvido de lo que me sucede... y
de lo que soy.
Efectivamente, en primer lugar soy un cuerpo sólido y material
que me permite realizar todas mis actividades. Mi cuerpo es mi vehículo, es el que
llamaré de ahora en adelante, mi cuerpo físico. La verdad, es que muchos de
nosotros nos satisfacemos con constatar que tenemos este cuerpo y si es bello,
mejor. Invertimos mucho dinero y tiempo en convertirlo en una pieza escultural,
en vestirlo y en decorarlo, y cuando no lo logramos o no llamamos la atención
como esperamos nos frustramos, porque es el único cuerpo que conocemos y con él,
todo el mundo material que nos rodea. Nos quedamos allí, porque finalmente
es lo que vemos y lo que sentimos de manera concreta y palpable. Nuestros cinco
sentidos dan fe de ello: podemos tocarnos, olernos, escucharnos, vernos, hasta
saborearnos! Podemos empujarnos el uno al otro y no hay más tangible y real que
nuestro cuerpo físico. Nos damos cuenta que estamos mal o enfermos, cuando
nuestro cuerpo físico se resiente.
Pero si prestamos atención y cerramos los ojos para
disipar las distracciones del entorno, podremos darnos cuenta que hay una parte
de nosotros que “piensa y siente”,
que da un sentido a las cosas que hacemos, que razona y dirige esa masa sólida, que nos habla constantemente. Pensamientos, reflexiones que a su vez
generan emociones, que no se ven, ni se palpan, es ese yo más abstracto. Es mi
existencia más volátil, más efímera, sutil y confusa a veces, pero presente en
cada momento de mi vida. Su influencia sobre mí, sobre lo que soy, es total e innegable y tan
importante como mi cuerpo físico. Ese es el que llamaré, mi cuerpo mental/emocional y sin él,
seríamos efectivamente sólo una masa viviente, un cuerpo físico. Cuando
deliberamos sobre ello, podríamos decir que es algo evidente, sin embargo la
consciencia y el control que tenemos sobre este cuerpo mental/emocional, es
mínimo. Muchas veces es él el que nos posee y hace con nosotros lo que su
razonamiento y lógica ya aprendida y calcada del entorno, educación y
experiencias vividas, quiere. Muchas veces nos desvía sin que lo sepamos, de
nuestro centro y de lo que realmente queremos.
Esquemas de pensamientos como: “qué pensarán, qué dirán”,
“eso no se hace”, “tengo que demostrarles que...”, o “debo estudiar tal carrera”… son pensamientos que cortan nuestra
espontaneidad y nuestra manera más natural de ser ..-YO MISMO. Miedo a que nos
juzguen por las actitudes y pensamiento que tenemos, miedo a
no alcanzar las expectativas del entorno familiar y a las que nosotros mismos nos
imponemos, nos puede frustrar en el intento de emprender algo “diferente”, algo
que siento y que deseo, algo que me hace FELIZ.
Este cuerpo mental/emocional es fundamental para la conservación
de nuestro equilibrio y nuestra salud. Nuestros pensamientos, nuestra manera de
interpretar y asimilar todas las informaciones provenientes del exterior, son
los que van a determinar las formas, el colorido, el ambiente y el patrón de mi
vida material. Mi cuerpo mental está íntimamente ligado a mi cultura, a lo que
me han inculcado tanto en mi familia, como en la sociedad donde me he
desarrollado (aunque puedo modificarlo y adaptarlo a mi esencia, cuando tomo consciencia de él). Esta percepción es propia e individual y tendrá una importancia y
una magnitud única para mí. Solo yo, tengo poder sobre ella, aunque la mayoría
de las veces ella me domina porque la desconozco y hago caso omiso de su
presencia. Suelo dejarle decidir por mí y que estar por encima de mis sueños y
deseos más íntimos.
Cuando tomo consciencia de su existencia, cuando la observo y
la analizo, comienzo a subyugarla y vuelvo a ser amo y dueño de mí mismo.
Parece complicado pero, así como al cerrar los ojos he percibido su presencia,
si la observo con mayor detenimiento podré darme cuenta de su naturaleza. Puedo
ver si mis pensamientos, son buenos o malos, si son repetitivos o volátiles, si
me animan o me deprimen… solo así podré hacerles frente y vencerles. Solo así
podré superar las barreras que yo mismo me impongo, porque mi entorno así me lo
ha enseñado y mi mental/emocional así lo ha aprendido. Si logro conocer y
dominar mi cuerpo mental/emocional, entonces ya no tendré límites. Me daré
cuenta que los miedos y las restricciones de mi vida son producto y reflejo de
mi comportamiento mental e instruido. Recuperarse a sí mismo, significa
recuperar el presente y olvidar las consecuencias aprendidas del futuro.
Significa quedarnos con lo que tenemos y hacer con ello lo que sentimos.
Significa quedarse con el aprendizaje de cada instante vivido y con el sentido
global de que hemos superado las “pruebas” de la vida. Una frase que me gusta mucho y que representa perfectamente lo que intento explicar es: "que cada uno es director de su propia película".
Por supuesto que los mecanismos y las estructuras de nuestra
sociedad actual, no nos ayudan en esta toma de consciencia. Nuestras
obligaciones tanto económicas como morales, nos demandan seguir en esa lucha
por conservar nuestros viejos esquemas sociales y personales. Sin embargo, la
crisis y la imposibilidad de continuar manteniendo nuestros niveles de vida,
nos llevan al fin a plantearnos nuevos esquemas de vida y a reflexionar sobre
nosotros mismos.
Infinidad de dolores y malestares que aquejan nuestro cuerpo,
no son más que el reflejo y brote de presiones mentales y emocionales que “auto
creamos” con esquemas de pensamientos perturbadores y ya “obsoletos”.
Son estas presiones las que modifican y alteran el funcionamiento de nuestras glándulas, ritmo cardíaco, estómago (acidez o tensión), tensiones musculares inconscientes, etc...
Debemos limpiar y “sanar” nuestra manera de pensar, y con él
nuestro diseño de la realidad. Debemos cambiar el lente con el que percibimos
nuestro entorno y ¿por qué no, cambiar ese entorno, si consideramos que es insalubre?
La enfermedad ya no es solo algo que atañe únicamente nuestro organismo, sino también y sobre todo, los demás aspectos que nos forman y que no se ven. Ya no vale con ocuparnos solo de nuestro cuerpo físico, debemos atender también nuestros cuerpos menos tangibles y palpables, como el mental/emocional y energético, que influyen directamente sobre nuestra salud física. Disponemos de herramientas, de técnicas naturales y eficaces, capaces de ofrecer tratamientos holísticos y globales. Técnicas que nos devuelvan, nuestro equilibrio e "integridad", como seres "completos" y conscientes. !Utilicemoslas!
La enfermedad ya no es solo algo que atañe únicamente nuestro organismo, sino también y sobre todo, los demás aspectos que nos forman y que no se ven. Ya no vale con ocuparnos solo de nuestro cuerpo físico, debemos atender también nuestros cuerpos menos tangibles y palpables, como el mental/emocional y energético, que influyen directamente sobre nuestra salud física. Disponemos de herramientas, de técnicas naturales y eficaces, capaces de ofrecer tratamientos holísticos y globales. Técnicas que nos devuelvan, nuestro equilibrio e "integridad", como seres "completos" y conscientes. !Utilicemoslas!
Debemos cambiar el lente y vernos a las personas como un todo, "debemos dar un nuevo enfoque a la enfermedad.”...
© Caroline Benkö
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