Cambio de paradigma?
Poco hemos oído hablar de tonalidad, de energía, de vibración, de
coherencia cardíaca… Incluso, sin saber nada de ello tendemos a asociarlo con
temas más bien improbables, ilusos, oscuros o misteriosos. Sin embargo, la
ciencia ha avanzado mucho en los últimos años y al fin hoy, nos brinda la
posibilidad de hablar de ello “sin” tabúes, con menos miedos y menos secretos.
Plantear abiertamente lo que a lo largo de nuestra historia ha existido, pero
que hemos apartado y renegado.
“Lo que sabemos es una gota de
agua, lo que desconocemos un océano”
Isaak Newton
La comunidad
científica está abriendo muchas brechas, la mayoría aún desconocidas para gran
parte de nuestra sociedad. Estudios e investigaciones nos indican que somos
mucho más sensibles, perceptibles y capaces de lo que creemos y que nuestra
salud, está íntimamente relacionada con todo y todos los que nos rodean.
Sabemos desde hace
tiempo que la alimentación y el ejercicio físico cumplen un rol importantísimo
en nuestra inmunidad, fortaleza, bienestar y salud. Hoy también sabemos que el
entorno social, las buenas relaciones afectivas, la presencia de personas que
nos apoyan y quieren, son factores determinantes que promueven ese estado de
plenitud física[1]. Se
ha comprobado que la falta de intercambios sociales o las relaciones carentes
de sentimientos y empatía son motores influyentes en la aparición y cronicidad
de diversas patologías cardiovasculares[2], como la hipertensión
arterial o los infartos de miocardio[3], pero igualmente en las
depresiones, la ansiedad, el sobre peso, el tabaquismo y ciertos dolores que
afectan nuestro cotidiano. Del mismo modo se sabe también que los factores
psicológicos están implicados igualmente en afecciones cardiovasculares, hormonales,
digestivas y de fertilidad.[4]
Los resultados de
múltiples investigaciones de los últimos treinta años ya no dejan dudas: la
manera como manejamos el estrés, así como nuestro estilo de vida, tienen un
impacto sobre nuestra salud. “(…) influencian nuestra fisiología, nuestra
biología y nuestros genes,” afirma Nathalie Rapoport Hubschman[5],
jefe del servicio de psicología médica del Centro Universitario de Israel.
Estamos constantemente expuestos a lo que llaman oficialmente: “los
determinantes sociales de la salud”[6].
En la actualidad, se
habla en algunos medios hospitalarios y sanitarios de coherencia cardíaca, de
armonía, de humor, de optimismo, incluso de la necesidad de seguir incorporando
prácticas como la relajación y la meditación en centros sanitarios; que ayuden
a apaciguar las tensiones, frustraciones y necesidades emocionales de la
población. Recientemente, se ha demostrado que este tipo de prácticas, pensamiento,
actitud o estado, tienen un efecto benéfico en los AVC[7],
las enfermedades coronarias, la diabetes, la insuficiencia renal y el sida[8]. Cada
vez más cardiólogos, neurólogos, psicólogos, psiquiatras… coinciden en que debemos
modificar la visión que tenemos del enfermo, comentan sobre la necesidad de
escuchar y de “empatizar” con el paciente. Pronuncian palabras como amor,
felicidad, coherencia, neuroplasticidad, capacidad, superación, transformación,
esperanza… abriendo así un mundo de posibilidades para el bienestar; una nueva
manera de percibir al ser humano.
Aunque en Estados
Unidos y Canadá este es un léxico utilizado desde hace ya casi treinta años, en
Europa son términos nuevos, crecientes y que llegan con intensidad. En Suiza y Bélgica existen diplomas de “coach de la salud”
(iniciativas procedentes de América del Norte), que tienen como principal
objetivo acompañar al enfermo y ayudarlo a tomar consciencia de sus recursos
natos para afrontar la enfermedad. Estos nuevos profesionales sanitarios
conducen al paciente a responsabilizarse por su salud, modificando hábitos y
actitudes cotidianos, en pro de su restablecimiento. El paciente se convierte en partícipe y
cómplice del tratamiento, es el promotor principal de su recuperación. Es
percibido en su globalidad para
optimizar la eficiencia y calidad de su proceso curativo.
En el 2012 la Universidad de Estrasburgo en Francia, con la
colaboración del Instituto francés Pleine Conscience et Mindfullness, lanza por
primera vez un diploma universitario en “Medicina, meditación y neurociencia'', para
médicos, psicólogos y otros especialistas sanitarios. Como lo explica el
coordinador de esta formación, el Dr. Jean-Gérard
Bloch, forma profesionales sanitarios capaces de fomentar en sus pacientes la
práctica de la meditación, “(…) con el fin de vivir el momento presente,
pensando menos en el pasado y el futuro, lo que por lo general ocupa gran parte
de nuestra mente y que son, ya lo sabemos[9],
una fuente caudalosa de estrés y malestar (…)”. La meditación ayuda a reducir
los efectos nocivos del modo de vida que llevamos, devolviendo la calma, el
silencio y la paz interior[10]. Ayuda a
los enfermos a afrontar mejor su estado y a responder de una manera más
positiva al dolor físico
Descubrimos día a
día insospechadas[1] [2]
capacidades y habilidades cerebrales, que nos permiten potenciar y reforzar lo
que somos, ampliar nuestros sentidos ya conocidos, pero también, abren la
posibilidad de descubrir y desarrollar nuevas percepciones. Nuestras neuronas
son capaces de adaptarse y transformarse según nuestras necesidades, pero sobre
todo según el uso que le demos, es lo que se conoce como neuroplasticidad. Se
pensaba que nuestro cerebro era fijo e inmutable, se creía que nuestros
sentidos y nuestras vías de transmisión de experiencias sensitivas eran
permanentes y definitivos[3]. Sin
embargo, los no videntes (ciegos) tienen ahora la posibilidad de volver[4]
a ver y los sordos de escuchar, a través del trabajo lento y constante de
nuestras conexiones cerebrales, de su capacidad de cambiar y de adaptarse a
nuevos tipos de señales artificiales. Grandes logros para la medicina, pero
también para los que buscamos respuestas.
“Dudar de todo o creer en todo, son las dos posturas igualmente
cómodas, que tanto una como la otra nos evitan reflexionar.”[5]
Todos estos
descubrimientos científicos y aún poco conocidos, son una inagotable fuente de
información. A lo largo de mi práctica cotidiana como reflexóloga, me he visto
confrontada a experiencias a veces difíciles de explicar y de entender. Estos
últimos descubrimientos y publicaciones científicas han sido para mí una oleada
de posibles respuestas que me han permitido dar sentido a parte de ese
lenguaje, muchas veces incomprendido de nuestro cuerpo y de lo que somos.
“(…) Tal vez estamos
asistiendo a lo que los historiadores llaman un cambio de paradigma. (...)"[1]
©Caroline Benkö
[1] Paul
Bach-y-Rita. 1950. Bach-y-Rita fue uno de los primeros en estudiar seriamente la idea de la
neuroplasticidad (a pesar de que fue propuesta por primera vez en el siglo 19),
y la introducción de sustitución sensorial como una
herramienta para el tratamiento de pacientes que sufren de trastornos
neurológicos. Descubrió que nuestros sentidos tienen, ellos también una
naturaleza plástica insospechada.
[2] Barbara y Joshua
Cohen.1980.Ecole de Arrowssmith.
[3] Norman Doidge. Les étonnants pouvoirs de
transformation du cerveau - 2007.
[4] Gracias a los trabajos de Paul
Bach y rita.
[3] Caroline
Benkö. Los cuatro pilares de la salud. Arcopress 2013.
[4] Dr. Nathalie Rapoport – Hubschman. Apprivoiser
l´esprit, guérir le corps. Odile Jacob - 2012.
[6] Los determinantes sociales de la
salud - Organización mundial de la salud
(para Europa). Editado por Richard Wilkinson y Michael Marmot. 2003.
[7] Accidente cerebro vascular.
[9] Caroline
Benkö. Los cuatro pilares de la salud natural. Arcopress, 2013.
[10] Caroline
Benkö. Los cuatro pilares de la salud natural. Arcopress, 2013.
[11] Jean-Gérard Bloc, reumatólogo, instructor
MBSR (Reducción del estrés por la Meditación de la Plena Consciencia), Director
del Institut fRançais Pleine Conscience Mindfullness y Precursor de la
diplomatura « méditation, medicina et neurosciencia.
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